Y dijo Dios a la mujer: Multiplicaré tus trabajos y miserias en tus preñeces: con dolor parirás los hijos, y estarás bajo la potestad o mando de tu marido, y él te dominará. Génesis
“Es evidente que, por naturaleza, la mujer esté destinada a obedecer, y prueba de ello es, que la que está colocada en ese estado de independencia absoluta, contrario a su naturaleza, se enreda enseguida, no importa con qué hombre, dejándose dirigir y dominar, porque necesita un amo. Si es joven toma un amante; si es vieja, un confesor.”Shopenhawer
“Las leyes, son como las mujeres, están para violarlas” J.M. Castelao(5-10-2012)
Sólo tres citas entre cientos, han definido
el pensamiento sobre el que se ha sustentado y se sustenta la relación entre el
hombre y la mujer. LA DOMINACIÓN y SUPERIORIDAD del sexo masculino sobre el
femenino. Esa potente máquina de pensamiento que durante siglos ha justificado
lo injustificable, que las mujeres somos inferiores por naturaleza, y
necesitamos siempre un dueño que nos domine, que nos tutele.
Y así, Ellos decidieron que el PODER
estaría en la fuerza física que la naturaleza les ha otorgado, frente al PODER
que a nosotras nos ha concedido la naturaleza, la capacidad de dar vida.
¿Así pues, cómo podemos cambiar algo tan intrínsicamente
grabado a fuego en nuestro imaginario colectivo, algo que ha definido a nuestra
HUMANIDAD? Sólo a través de la Educación. Debemos transformar nuestras
creencias, nuestra Cultura y transformar profundamente todo lo que signifique
desigualdad, violencia y dominación. Debemos reescribir nuestra historia, la
historia de las mujeres y nuestra aportación como motor fundamental de
transformación social en todas y cada unas de las épocas, de la evolución
humana.
Pues bien ya toca dar un vuelco
fundamental en cómo nos sentimos y relacionamos hombres y mujeres, porque una
sociedad democrática, que debe luchar por evolucionar y crecer en la defensa de
la IGUALDAD, la TOLERANCIA, el RESPETO, no puede mirar hacia otro lado,
mientras su otra mitad sufre diariamente violencia, donde su otra mitad sabe
que no es libre, porque todos sus actos y movimientos van a ser juzgados desde
el prisma del machismo, ese machismo que vivimos todas, de muchas maneras,
desde el desplante aparentemente inocente, el “cállate tu que sabrás”, hasta el peor de los castigos
que podemos sufrir, el miedo, ese miedo paralizante, ancestral, terrorífico, EL
MIEDO A QUE TE MATEN. A QUE TE MATE QUIEN
ERA, TU COMPAÑERO DE VIDA, TU ENAMORADO.
A pesar de todo ello, diariamente
mujeres fuertes y valientes claman por su vida y por su libertad de la única
manera que pueden, VIVIENDO.
Amparo Antuña Asenjo, Presidenta de
la Federación de Mujeres Progresistas de Asturias
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